Los amantes de los caracoles tuvieron ayer 30 de Mayo de 2010 una cita ineludible en Riogordo donde se celebró la décimo primera edición del Día del Caracol. Una fiesta declarada de Interés Turístico Provincial, que tiene como objetivo recuperar una antigua receta que se estaba perdiendo.
Y es que, aunque esta especialidad gastronómica, muy apreciada en otros lugares, no es muy habitual en la comarca axárquica, en Riogordo es una antigua tradición salir a recoger caracoles entre los meses de mayo y agosto. Existen dos variedades muy diferentes de este molusco de secano, el caracol del terreno, que es el más blanco y más apreciado, y el 'boyuno', de cáscara más oscura.
Recogerlos no es una tarea sencilla ya que lo mejor es hacerlo después de un día de lluvia y hay que buscarlos debajo de las piedras o en los olivos o almendros, aunque los que están más buenos y sabrosos son los que se recolectan en verano, porque el caracol está más ayunado y más gordo. Un trabajo duro y laborioso, por eso el kilo se paga a siete euros. Donde más abundan es en la sierra, en el cortijo de Auto y en el Tajo Gomet.
Menos cantidad
«Este año con la lluvia hemos tenido menos quizá porque el mal tiempo ha evitado que los huevos cuajaran», explica el alcalde, Francisco Alarcón. El regidor asegura que en Riogordo hay una quincena de familias que en esta época se dedican a la recolecta y venta de este molusco terrestre. «Una empresa ha comenzado a comercializarlos», afirma. Se trata de Industrias Perdiguero que vende el kilo de caracoles cocinados en caldillo a diez euros.
Con motivo de la celebración se dieron cita en la localidad más de cinco mil personas. Se prepararon nada menos que 50.000 caracoles (450 kilos), en caldillo picante, y también 28 kilos en arroz caldoso, otra especialidad culinaria típica de Riogordo. El experto en cocinar este manjar es Francisco Perdiguero que, junto con un equipo de otras seis personas, es el encargado de llevar a cabo la laboriosa tarea que comenzó el pasado viernes, aunque previamente los moluscos habían estado dos semanas en agua para dejarlos bien limpios.
«A continuación se colocan en una perola en agua templada para que salgan de su caparazón y entonces se les da un golpe de calor», continua el cocinero.
Por último, sólo queda cocinarlos con todas las especias y condimentos para que cojan sabor. Matalauva, cáscara de naranja seca, cerecilla, pimienta negra y anís en grano, hierbabuena, laurel, tomillo en rama, guindilla y sal.
Aunque estaba previsto que el consejero de Turismo, Comercio y Deporte, Luciano Alonso, fuera el encargado de pregonar la fiesta, finalmente fue sustituido por el delegado provincial, Antonio Souvirón. «Comerse unos caracoles en Riogordo, cocinados de forma artesanal, con la misma receta de hace siglos, no es sólo un homenaje al paladar y al estómago sino que es un ejercicio de inteligencia, de sabiduría popular y hoy ya de marketing turístico».
Luciano Alonso recibió el 'Caracol de Oro' a nivel autonómico. El galardón provincial fue para la empresa Buscfonia, mientras que el premio local fue para el grupo de cocina que se encarga de preparar los caracoles todos los años.
Y es que, aunque esta especialidad gastronómica, muy apreciada en otros lugares, no es muy habitual en la comarca axárquica, en Riogordo es una antigua tradición salir a recoger caracoles entre los meses de mayo y agosto. Existen dos variedades muy diferentes de este molusco de secano, el caracol del terreno, que es el más blanco y más apreciado, y el 'boyuno', de cáscara más oscura.
Recogerlos no es una tarea sencilla ya que lo mejor es hacerlo después de un día de lluvia y hay que buscarlos debajo de las piedras o en los olivos o almendros, aunque los que están más buenos y sabrosos son los que se recolectan en verano, porque el caracol está más ayunado y más gordo. Un trabajo duro y laborioso, por eso el kilo se paga a siete euros. Donde más abundan es en la sierra, en el cortijo de Auto y en el Tajo Gomet.
Menos cantidad
«Este año con la lluvia hemos tenido menos quizá porque el mal tiempo ha evitado que los huevos cuajaran», explica el alcalde, Francisco Alarcón. El regidor asegura que en Riogordo hay una quincena de familias que en esta época se dedican a la recolecta y venta de este molusco terrestre. «Una empresa ha comenzado a comercializarlos», afirma. Se trata de Industrias Perdiguero que vende el kilo de caracoles cocinados en caldillo a diez euros.
Con motivo de la celebración se dieron cita en la localidad más de cinco mil personas. Se prepararon nada menos que 50.000 caracoles (450 kilos), en caldillo picante, y también 28 kilos en arroz caldoso, otra especialidad culinaria típica de Riogordo. El experto en cocinar este manjar es Francisco Perdiguero que, junto con un equipo de otras seis personas, es el encargado de llevar a cabo la laboriosa tarea que comenzó el pasado viernes, aunque previamente los moluscos habían estado dos semanas en agua para dejarlos bien limpios.
«A continuación se colocan en una perola en agua templada para que salgan de su caparazón y entonces se les da un golpe de calor», continua el cocinero.
Por último, sólo queda cocinarlos con todas las especias y condimentos para que cojan sabor. Matalauva, cáscara de naranja seca, cerecilla, pimienta negra y anís en grano, hierbabuena, laurel, tomillo en rama, guindilla y sal.
Aunque estaba previsto que el consejero de Turismo, Comercio y Deporte, Luciano Alonso, fuera el encargado de pregonar la fiesta, finalmente fue sustituido por el delegado provincial, Antonio Souvirón. «Comerse unos caracoles en Riogordo, cocinados de forma artesanal, con la misma receta de hace siglos, no es sólo un homenaje al paladar y al estómago sino que es un ejercicio de inteligencia, de sabiduría popular y hoy ya de marketing turístico».
Luciano Alonso recibió el 'Caracol de Oro' a nivel autonómico. El galardón provincial fue para la empresa Buscfonia, mientras que el premio local fue para el grupo de cocina que se encarga de preparar los caracoles todos los años.
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